lunes, 6 de agosto de 2007

Un vistazo a los locutorios

Leo en la sección “Domingo”, de El País, un reportaje de Fernando León de Aranoa que me deja gratamente impresionado. Y digo “reportaje” pero podría decir ensayo narrativo o nota lírico-periodística. El asunto es un fenómeno harto conocido en estos lugares: los locutorios, esos pequeños establecimientos, ubicados prácticamente en todas partes, donde la gente que lo desee puede realizar llamadas de larga distancia, usar internet e incluso realizar envíos de dinero. Como es de esperar, son espacios en los que confluye todo tipo de idiomas, pero sobre todo el español, el español con todos sus matices, con este o aquel acento; un español que se carga de emociones y que en esos momentos, sobre todos en esos momentos, sirve para comunicar. Vale la pena detenerse un instante y leerlo.

Por cierto, entre los cineastas españoles vigentes actualmente, Fernando León de Aranoa es una referencia inexcusable. Estarán de acuerdo conmigo quienes recuerden películas como Barrio (1998) o Los lunes al sol (2002), donde la mirada nada cándida de diversas realidades sociales no se encuentra reñida con la expresión de una profunda comprensión de lo humano. Esto mismo puede decirse también de sus otras dos obras, Familia (1966) y Princesas (2005), pero, en mi opinión, se trata de dos filmes imperfectos si se les compara con los anteriores. Pueden comprobarlo quienes aún no se hayan percatado de cosas como la unidad dramática, la coherencia argumental o la de los propios personajes. Como sea, peccata minuta. El cine de León de Aranoa es un cine necesario, el escaparate de los fantasmas de una sociedad que se incorpora al desarrollo. Ah, España, España.

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